La dosis fue de 5g de hongos secos acompañados con arroz, un poco de carne y un bowl de vegetales.
La misma mañana estuve bajo estrés, apresurando entregas de trabajo para tener el resto del día libre. El lugar fue en un pequeño apartamento de la ciudad, lo cual no fue una buena idea.
Me considero una persona de gustos silvestres. Me gusta acampar y realizar actividades en los exteriores de la ciudad.
Después de terminar con mis responsabilidades, medité un rato y luego precedí a la ingesta. Las cosas iban bien. Mientras esperaba la “subida” escuchaba música y limpiaba el apartamento.
El comienzo fue gradual, se demoraba en subir, lo cual atribuyo a que estaba con el estómago lleno por la comida que acompañó a los hongos. Después de una hora u hora y media se empezó a sentir la intensidad. Fui a mi habitación y prendí la TV en Animal Planet, luego cuando se ponía más intenso, puse Pink Floyd en el reproductor. No tengo un recuerdo claro de esta parte, pero se sentía bien y los visuales comenzaban a aparecer.
Pasadas las 2 horas ya estaba sintiendo que llegaba al clímax de la experiencia y tuve la urgencia de fumar DMT que tenía guardado. Cuando armé los cristales en mi vaporizador y le di unas fumadas, no sentí que me iba por completo (como debería ser normalmente el DMT), supuse que era porque el vaporizador era nuevo y tenía que fumarlo con alguna técnica que no conocía. Los viajes con DMT normalmente me arrancan de la realidad de un tirón, pero ahora sentía que me quedaba atracado en las puertas de la matrix. Podía sentir las entidades élficas esperándome felices al otro lado, pero no podía entrar.
El efecto del DMT se estaba pasando y no había logrado despegar. Tenía una sensación de felicidad y amor, pero se iba esfumando de a pocos mientras el efecto se acababa.
En este punto el viaje se volvió muy confuso. Me di cuenta que los visuales que se aparecían ante mí carecían de significado y la experiencia se volvía más una distorsión mental.
Lo que es común en mis experiencias con psicodélicos es que estoy consciente de mi cuerpo físico y mi entorno y los visuales son el centro de atención, pero esta vez todo era una locura mental que nunca había experimentado.
Comencé a sentirme incómodo y puse Netflix para ver “Planeta Tierra”. Esto me puso más incómodo aún. Es algo difícil de explicar. Me llegó una especie de mensaje que los animales eran tan inteligentes como los seres humanos. Nosotros no podemos entender a algunos animales ni ellos a nosotros, pero en un plano cósmico, después que morimos, todos somos lo mismo. Sentí mis reencarnaciones y las vidas que había vivido antes. El tiempo ya no tenía sentido. Por ahora estaba atrapado en este recipiente humano, pero ya antes había experimentado otras formas de vida y otras formas de existencia.
Me encontraba acostado en mi cama y me puse a pensar en lo mucho que había heredado del comportamiento y manías de mi abuelo (que había muerto hace 3 o 4 meses atrás). Sentí que yo era mi abuelo y recordé su vida, como si la hubiera vivido realmente. Recuerdo que cuando estaba hospitalizado, entró en un momento de lucidez y dijo “¡Maravilloso, magnífico, excelente!”, y me encontré a mi mismo repitiendo esas palabras en su mismo tono de voz, pero yo lo dije porque en ese momento era lo que sentía por lo que estaba experimentando, mi abuelo lo dijo sin motivo alguno. Ante esto llegué a la conclusión de que esas palabras que acababa de pronunciar en mi cuarto eran las mismas que había pronunciado mi abuelo en su camilla en el hospital. Una distorsión de tiempo nos había conectado en una misma consciencia y mis palabras en el presente eran sus mismas palabras en el pasado, porque yo era él y estaba experimentando su realidad.
Intenté meditar un poco más, pero me sentía muy raro, así que volví a poner Netflix, lo cual fue, nuevamente, un error. Me esforzaba por mantener la cordura mientras esperaba que me llegara más información. Intentaba averiguar si aquella información era real o yo mismo la estaba creando para encajar sucesos de mi vida. Me sentí desconectado de mi cuerpo y llegué a convencerme de que mi cuerpo era solo una ilusión temporal. Se me pasó por la cabeza la idea de que, si en ese mismo instante acababa con mi vida, reencarnaría inmediatamente, quitándole a la muerte su significado que tanto tememos.
Traté de concentrarme en Netflix para quitarme esas ideas extrañas, pero, sea lo que sea que estuviera viendo, no lo entendía.
También recuerdo que en algún momento me sentí como un dios que creaba y destruía realidades tan solo con pensarlas.
Cuando los efectos ya estaban bajando, llegó mi enamorada y comimos juntos. Luego nos pusimos cariñosos y solo quedaron residuos de la experiencia psicodélica.
Durante los tres días siguientes me sentí deprimido y ansioso. Sentí que tenía que reconstruir mi realidad porque había sido destruida.
Hasta ahora intento reordenar las piezas de la experiencia y ver de qué manera puede mejorar mi vida o afectarla de algún modo.
Lo que sí aseguro es que ya no temo a la muerte y lo que pueda venir después, pues creo que realmente todos somos uno al morir.
–Arte de Michael Divine–