Este fue, por decirlo de una manera, mi tercer “gran viaje”. Estaba buscando una experiencia de muerte del ego y estaba frustrado de que mi último “viaje” no fuera lo suficientemente profundo. Así que esta vez, comí 5g y esperé hora y media. Como aún no me sentía completamente sumergido, comí otros 3g más, siendo un total de 8g de hongos que yo mismo había cultivado (esto es un dato importante).
Primero comencé escuchando música para meditar, porque en el pasado la música fue la responsable de sumergirme en ese mundo de aprendizaje que dan los hongos, pero después de un rato decidí apagar la música y solo escuchar los sonidos del ambiente. Estaba en mi cuarto y el único sonido importante era el del aire acondicionado que comenzó a cantarme y hablarme. Los sonidos que hacía se convirtieron en un lenguaje que mi conciencia, de alguna forma, reconocía como “el lenguaje de energía”. Mi cerebro paso a un modo salvajemente activo con este nuevo lenguaje super complejo que acababa de comprender, y que además reconocía como el lenguaje de la energía. Y así comencé a tener conversaciones con todas las cosas, desde los animales y plantas hasta los objetos inanimados como la puerta o las rocas.
Cuando comencé a hablar con el aire acondicionado en este nuevo lenguaje, me vi transportado al sistema eléctrico de mi hogar y luego al sistema eléctrico a nivel mundial y con este nuevo poder era capaz de entrar a cualquier edificio, casa o dispositivo eléctrico que yo quisiera. Y cuando entraba en uno de esos lugares, el lenguaje de energía se hacía más fuerte y ganaba más frecuencia. Este lenguaje estaba, claramente, detrás de todo lo existente, era el responsable del movimiento de cada átomo, y yo, al poder entenderlo, era capaz de manipularlo TODO, incluyendo salir de mi cuerpo y sanar cosas. Cada vez que curaba o arreglaba algo, el lenguaje se volvía super intenso, indicando que mientras más compleja era la curación, más intenso y complejo se volvía el lenguaje cargado de significado. Una sola palabra de este lenguaje era capaz de contener múltiples significados, una sola palabra era capaz de manipular moléculas que servían para sanar.
Durante el viaje, si me acercaba a cualquier dispositivo electrónico, el lenguaje se intensificaba y yo era capaz de aprender todo sobre ese dispositivo, incluyendo las personas y las cosas que habían tenido contacto con él durante su existencia. Por ejemplo, si se trataba de un celular, tenía conocimiento instantáneo de todas las experiencias y conocimientos de la persona que había tocado ese celular.
Una de las cosas más increíbles que me suceden en estas experiencias fuertes es la sensación de vivir miles de años en un corto periodo de tiempo, lo cual no tiene sentido en nuestro concepto lógico de tiempo. El tiempo se vuelve no lineal y al final se regresa con una sensación de haber vivido muchas vidas durante cientos de años. La sensación de tener una vida real, desde la niñez, todas las experiencias que esa vida acumula, los amores, los temores, los aprendizajes; y cuando esa vida termina, continúo con otra totalmente distinta, pero con el mismo sentimiento de vivirla por completo. Incluso me he encontrado cumpliendo una condena de 30 años de prisión. Es como experimentar las vidas que tuve anteriormente y que todos esos recuerdos acumulados volvieran en esta vida.
Durante todo el viaje pude mantenerme consciente de que estaba bajo los efectos de los hongos y gracias a ello pude poner a prueba diferentes experimentos mientras estaba inmerso. Pude darme cuenta que era consciencia pura y que no estaba encarcelado en mi cuerpo físico. Hasta hubo un momento en que era consciente que estaba fuera de mi cuerpo al punto de pensar que ya había muerto, incluso escuché una sirena de ambulancia y pensé que ya estaban llevándose mi cuerpo, pero no me importó porque en ese momento estaba sintiendo un orgasmo sin fin. Temí que quedaría mentalmente en ese estado psicodélico por siempre por la cantidad de hongos que había ingerido y mi cuerpo físico estaría postrado en un hospital sin reaccionar. Al mismo tiempo, era consciente que todo eso podía ser una alucinación, era como si mi mente estuviera dividida en diferentes pensamientos superpuestos. Y si al final, realmente había muerto, no me importaba demasiado porque ese estado de ser consciencia pura y estar en todos los lugares a la vez y sentir esa libertad absoluta, lo valía por completo.
Muchas personas afirman conversar con entidades durante esos “grandes viajes”, pero yo no lo hice, porque no hubo ninguna entidad, pues ¡Yo era la entidad! Sentí en ese momento que no había ningún ser más elevado y más inteligente que yo. Sentí, literalmente que yo era todo y nada a la vez, sin tiempo, sin espacio. Yo era la oscuridad y el vacío, y a la vez cada organismo viviente. Vi el planeta tierra como un pequeño punto rodeado de un vacío infinito y entré en conciencia que mi cuerpo físico yacía en ese pequeño punto. Y desde esa perspectiva tan elevada y con ese lenguaje de energía tan complejo, comencé a cuestionarme cómo rayos iba a volver y poder comunicarme con las personas comunes y corrientes de nuevo. Estaba consternado porque para volver tendría que olvidarme de toda la información obtenida y de este lenguaje super complejo solo para poder llevar una vida normal entre los humanos en la diminuta tierra, a la cual tendría que volver, lo quisiera o no, cuando el efecto de los hongos se haya desvanecido.
En ese estado tenía el conocimiento de todas las cosas, incluido el poder de sanación mediante el lenguaje de energía. Esa era la forma que los hongos usaban para decirme que ese poder reside dentro de cada uno de nosotros y para poder usarlo solo teníamos que aprender a hablar ese idioma.
En esta parte del viaje, me levanté, me puse mis audífonos y comencé a escuchar mi música favorita. Salí a mi patio trasero y comencé a bailar y volverme uno con la música. Suelo hacer esto para las últimas horas de los efectos porque me llena de un sentimiento de alegría que me permite dormir cómodamente después de la experiencia. Si no hago esto, suelo tener dolores de cabeza el resto del día y despertarme con cansancio.
Otra cosa impresionante de este viaje es que pude sentir el crecimiento y el sentimiento de los hongos dentro de mí. Como mencioné al principio, los hongos los cultivé yo mismo y tardaron mucho en crecer, al final solo coseché 17g secos, pero tenía muchas expectativas sobre ellos y sentí que ellos sabían lo que yo sentía por ellos. Y me sentí mal porque, al sentir lo que ellos sentían, supe que se habían esmerado en complacerme, como hijos queriendo disculparse con una madre malhumorada. Era como si me dijeran “Discúlpanos por demorarnos, por favor, no te decepciones de nosotros”. Así que de ahora en adelante trataré con amor y cuidado a mis cultivos, como si fuera una madre buena y cariñosa.
En fin, de todas las vidas que viví y todas las cosas que aprendí, este relato no puede cubrirlo todo, pero es algo. Los hongos me devolvieron la empatía por los demás y me quitaron los prejuicios internos. La última vez la sensación y el aprendizaje me duraron un mes, así que supongo que esta vez esta hermosa sensación será igual de duradera hasta que vuelva a sentir la necesidad de aprender más de mí, de la vida y de la existencia.
–Ilustración de Angus Long–