Hace un tiempo atrás, algunos amigos me comentaban sobre la Ayahuasca. Escuchaba cosas fuertes sobre dicha planta, cosas como que las personas que lo tomaban, no aguantaban y algunos se volvían locos, otros morían en la sesión y algunos hasta se mataban. Sinceramente me daba algo de escalofríos (¿a quién no?) porque hace como medio año, me habían dado la noticia de que un amigo había fallecido tomándola. Por un momento dejé atrás esa idea de probarla, hasta que me topé con un amigo que tenía un familiar que lo preparaba (un chamán). Empecé a leer otra vez y a investigar más. Finalmente me animé y fui con una amiga a la sesión de Ayahuasca.
Nos citaron por la noche. Una vez iniciado el ritual, me la dieron de tomar en un vaso. Esperé como unos 20 minutos para que haga efecto en mi cuerpo y empecé a sentir los malestares típicos de la purga (vómitos, sudoración, incluso temblaba). Físicamente me sentía muy mal y solo quería que ese momento acabe. Una vez que dejé de vomitar, empecé a sentirme mareada y comencé a sentir que otras personas me tocaban el rostro y mis brazos; y una voz que me decía que me relaje. Abrí los ojos y todo estaba completamente oscuro. Frente a mí había una especie de jaguar negro, inmenso, que se paseaba. Cerraba los ojos porque era algo increíble. No sentía miedo, sino sorpresa. Empecé a ver muchas luces fosforescentes a mi alrededor y me vi en un bosque del que salían muchas serpientes por todos lados. En un momento me vi llorando. Surgieron recuerdos de mi pasado. No entendía por qué se mostraban esos momentos, pues eran cosas que ya no quería recordar. Después me vi en mi presente. Vi cosas que tenía que mejorar de mí misma.
Después de todo ese trance, empecé a ver animales increíbles, que jamás en mi vida podría imaginar. Fue una experiencia única.
Mi amiga con la que fui vio otras cosas y sintió presencias sobrenaturales.
No encuentro las palabras exactas para poder describir dicho momento. Al principio fue realmente desesperante porque sentía que enloquecía. Deseaba que las alucinaciones se detengan.
En ese estado se debe tratar de ser consciente de que todo está en la mente y disfrutar del momento, dejarse llevar. Después viene la calma.
Duró algo de cuatro horas pero aún así me seguía sintiendo mareada. Mientras esperaba que pase el efecto solo sentía una sensación de paz y tranquilidad.
Particularmente, lo probé porque necesitaba que ciertas cosas me fueran mostradas, las cuales sí llegué a ver. Tanta fue mi fascinación que lo volvería a hacer.
Muchos turistas vienen a la selva de Perú a vivir esta experiencia. Los invito a investigar y se animen. En una sola experiencia se viven cosas únicas.
–Arte de Chris Sukut–