Esta fue mi primera experiencia con Ayahuasca.
Era mi cumpleaños número 25 y, como regalo, mi novia me invitó asistir a una ceremonia de ayahuasca. Sin duda uno de mis mejores regalos. El lugar donde se llevó a cabo fue en una hacienda lejos de la ciudad, completamente rodeado de selva.
Éramos un grupo de aproximadamente 18 personas sentadas en círculo listos para recibir la medicina. Nuestro guía tiene más de 25 años de experiencia realizando este tipo de ceremonias. Las personas que lo acompañaban eran 4. Consigo llevaban un “Jicuri drum”, un tambor y una flauta.
Previo a la toma, nos dio las ultimas indicaciones para que de uno en uno pasáramos hasta su lugar a beber de la medicina. Fui el segundo en recibirla. Mis peticiones para la medicina fueron que guiara mi camino y me brindara sabiduría para tomar buenas decisiones en mi vida.
Después de realizar la toma, fui a mi lugar y me senté, cerré los ojos y me puse a meditar. Realicé ejercicios de respiración para calmar los nervios, ya que, por ser mi primera vez, no sabía lo que me esperaba.
Al lapso de 30 minutos no sentía ningún efecto. Continúe mi meditación. Fue después de una hora que empecé a sentir los primeros efectos. Sentía una pequeña energía en la coronilla de la cabeza que, con el pasar de los minutos, se empezó a ser más intensa y lentamente empezó a descender hasta sentirla en el centro de mis cejas. Poco a poco iba cubriendo cada parte de mi cuerpo de arriba hacia abajo. Al terminar con mi rostro pude percibir cómo mis oídos se abrieron para distinguir los sonidos de una manera diferente, con muchas capas y profundidades. Estaba asombrado por que en el lugar todos estábamos callados. El único ruido que había era el de la noche. Después de hora y media, nuestro guía comenzó con sus cánticos para recibir a la abuelita ayahuasca que ya se encontraba con cada uno de nosotros. Al escuchar la voz y los cánticos, esa energía, que en un principio sentía soló en la cabeza, descendió completamente por todo mi cuerpo. Ahora es cuando supe que la medicina estaba en mí.
Me recosté porque me había cansado de estar sentado. Sentía todo mi cuerpo rodeado de un aura de energía. Sentía cómo esa aura era alimentada con cada latido de mi corazón. Al principio tuve muchos visuales. Fractales se transformaban con mucho ritmo al mismo tiempo que cambiaban de color. Duró como 10 o 15 minutos. Para entonces no distinguía el tiempo transcurrido. Al sentir una leve brisa en mi piel, mi cuerpo se fragmentaba en pedacitos muy chiquitos, como si estuviera cuadriculado, y cuando sentía el viento en mis brazos, sentía cómo salía volando cada parte mía. Estaba deshaciéndome por completo, como si mi cuerpo estuviera hecho de muchos pixeles. Si prestaba mucha atención lograba sentir cada pixel independiente de mi cuerpo.
La primera hora y media fue de reconocimiento. Presté atención a los efectos y a los síntomas, pero había hecho la ceremonia con intención y con un propósito personal, así que enfoqué mi mente y por un momento empecé a pensar «¿Qué hago aquí? ¿Por qué estoy haciendo esto?».
Lo siguiente fue algo parecido a ver imágenes de mi vida pasar muy rápido en retroceso hasta llegar al principio, como cuando se rebobina un VHS. Vi desde mi último día vivido, hasta los recuerdos más profundos almacenados en mi mente. Pude recordar y vivir los acontecimientos más importantes de mi vida. Todo se presentaba en imágenes muy rápidas, Tuve recuerdos muy presentes de mi niñez y más atrás aún, hasta antes de nacer. Me pude ver en el vientre de mi madre, pude sentir lo que era estar adentro de su vientre. Sentía su voz, cuando hablaba, cómo vibraba en todo su cuerpo, sentía cuando estaba triste, cuando se sentía feliz o sola. Todos sus estados de animo los percibía y los tomaba como míos. Tuve la respuesta de mi manera de ser, pero ahí no acabo todo. Fui más atrás en el tiempo, antes de ser embrión. Pude ver a mis padres cuando estaban con mi hermano mayor, inclusive los pude ver cuando eran novios. Y mi mente me llevaba cada vez más atrás. Logré ver a mis padres cuando eran jóvenes, antes de conocerse. Mi mente se enfocó solo en mi padre, ahí fue que comprendí que mi gen predominante es el de era el de él. La medicina se inclinó por ese lado. Podía observar a mi papá cuando era joven, podía sentir como si yo fuera él. Es un poco extraño, pero muchas de las cosas que sentía o hacía, lo comprendía como si fuera yo mismo. Y la ayahuasca me llevó más para atrás, antes de que mi padre naciera. Podía ver a mis abuelos siendo novios, y vi a mi abuelo cuando era joven. Fue una experiencia demasiado introspectiva. Al mismo tiempo que lograba ver las imágenes, entendía quién era. Pude ver el historial de mi ADN en dos generaciones.
Cuando mi mente ya no me dio más recuerdos, sentía que no podía respirar, que algo de mí estaba saliendo de mi cuerpo. Sentía que en ese momento me iba a morir, literalmente, estaba muriéndome. Mi mente ya no tenía ningún recuerdo de mi ser, se había desecho de todo lo que en tuviera que ver conmigo y mi persona. Me dio mucho miedo. Recuerdo que nuestro guía nos comentó que, si nos sentíamos morir, que no tuviéramos miedo, que agradeciéramos por la experiencia, y eso fue lo que hice. Le di las gracias a la medicina por la experiencia y le dije que estaba listo para irme, que no tenía nada más que hacer, como si mi propósito de vida estuviera hecho, y dejé mi cuerpo.
Al morir (mentalmente), solo pensaba en mi madre, experimenté la muerte en esta vida, y al mismo tiempo la experimentaba en 3 vidas atrás. No me creerían si les contara que pude ver la muerte de mi vida anterior a esta. Y veía mis cuerpos, de esta y de la vida anterior, en el piso. Mi alma los contemplaba hasta comprender que ya no era nadie. Experimenté la muerte y me desprendí del ego. No sabía lo que era estar en un cuerpo. Mi mente ya no se limitó a lo terrenal y empecé a tener otra comprensión del todo. Me convertí en todo lo existente. Sentía como si fuera aire y me movía muy rápido. Empecé a ascender al cielo y al mismo tiempo vi la tierra abajo mientras continuaba ascendiendo hasta poder ver el sol, los planetas, la galaxia, todo el conjunto de galaxias, hasta encontrarme en una nebulosa. A partir de ese momento no tengo palabras para describir el lugar donde me encontraba, pero sabía que ya había estado ahí, como si lo reconociera. En ese momento todo fue felicidad, paz, amor. Sentí una satisfacción muy inmensa de reencontrarme con ese lugar. No puedo describir qué era. Era algo que solo se podía sentir. Toda la energía que recorría mi cuerpo fue de felicidad. Me mantuve en ese estado hasta que la medicina me lo permitió. No sé cuánto tiempo estuve ahí, lo único que recuerdo fue que fue de inmensa alegría.
Al paso del tiempo, en mi mente se creó una imagen donde me encontraba yo sentado en posición de meditación sobre de la tierra. Esa fue la primera imagen que reconocí después de salir de aquel lugar. Poco a poco empecé a reconocer quién era y dónde estaba. Después de pasar por ese lugar mi mente se abrió y tuve mucha claridad. A partir de ese momento todos mis pensamientos fueron reflexivos y me concentré mucho en las palabras de los cánticos de mi guía. Fue la experiencia más hermosa. Escuchar los instrumentos, y cómo la mañana empezaba a mostrar los rayos del sol. Al percatarme de eso fue como si estuviera renaciendo, como si mi mente se dividiera en dos: un antes y un después de la ceremonia.
Mi experiencia duró toda la noche. Fue muy introspectiva y de autoconocimiento.
Cada persona tiene propósitos diferentes.
— Ilustración de Morgan Mandala –