Tenía una amiga que trabajaba en la Sierra en un centro de salud con los Wixárikas. Desde antes de conocerla había estudiado un poco sobre esa cultura, me parecía súper interesante y tenía muchas ganas de ir, sobre todo para tener una experiencia con peyote.
En ese tiempo pasaba por situaciones muy complicadas en mi vida y vivía bajo un estrés horrible por el trabajo. Decidí tomarme un tiempo para mí, lo dejé todo y decidí irme algunas semanas a vivir esa cultura de cerca.
Me informé lo más que pude sobre los efectos del peyote. Honestamente me daba un poco de miedo porque había escuchado que algunas personas tienen alucinaciones que les provocan mucho miedo, incluso no todos los Wixárikas lo consumen por esta razón.
Habían pasado algunas semanas desde que había llegado a la sierra y finalmente llegó el día. Me sentía lista y tenía “todo preparado”. La idea era salir a caminar entre la naturaleza. Tenía preparada una playlist de Pink Floyd y un cuaderno por si me sentía inspirada para escribir algo.
Recuerdo que fue un día por la mañana. Acabábamos de desayunar y casi inmediatamente me comí dos peyotes medianos. Me dijeron que era la dosis ideal para una buena experiencia. En total éramos como 6 personas las que estábamos ahí y todas estaban atentas para ver los primeros efectos. Hacían bromas y nos reíamos. Creí que, básicamente, sería eso, reírme de todo y ver los árboles con colores brillantes. Ya le había dicho a mi amiga que quería que saliéramos a caminar.
Pasaron como 20 minutos y comencé a sentir unas náuseas horribles. Corrí al baño y estuve ahí vomitando como por 30 minutos. Físicamente me sentía horrible. Tenía escalofríos y no dejaba de sentir mucho asco. Cuando estaban pasando las náuseas me miré al espejo y sólo me dije «… ¿Qué hiciste?».
Salí del baño y ya no fui con los demás. Me fui directamente al cuarto donde dormía y me cobijé. Ahí comenzó todo… lo primero que ocurrió fue que veía muchos colores, destellos de luz… me habían contado que las figuras que los Wixárikas representan en su arte son imágenes que ven cuando están bajo los efectos de esta sustancia y efectivamente es lo que veía. Estaba fascinada con todas esas imágenes y con todos esos colores brillantes. En eso entró mi amiga al cuarto a preguntar cómo me sentía, qué era lo que veía y a decirme que fuéramos a caminar como lo había planeado. Recuerdo que la miré, moví la cabeza diciendo que no y sólo le dije «Vete».
Continué disfrutando del espectáculo de colores y creí que era buen momento para comenzar a escuchar el álbum The Dark Side of the Moon, pero todo se volvió más intenso. Apenas habían pasado unos segundos de la primera canción cuando comencé a sentirme muy agitada y en medio de la canción escuchaba diversas voces por todo el cuarto. Me asusté mucho y quité la música, luego traté de calmarme y comencé a decirme a mí misma que estaba bajo los efectos de una sustancia y que sólo disfrutara. En mi mente me decía «Cálmate y disfruta, cálmate y disfruta». Minutos después me sentía más relajada. Comencé a sentir un poco de calor ya que estaba tapada con la cobija de los pies al cuello. Saqué un brazo y en eso vi mi mano. Fue lo más sublime que había visto. Veía mis venas mucho más dilatadas de lo normal, sentía el calor y el fluir de la sangre, no podía dejar de verla de un lado a otro. Después se volvió aún más intenso todo y mi mano comenzó a volverse verde y escamosa, como la de un reptil. Volví a sentir miedo, pero pude volver a controlarme.
Después de un rato cerré los ojos e inmediatamente vi en mi mente un pasillo muy largo al que no se le veía final alguno. A los lados del pasillo había puertitas muy pequeñas, de repente unas puertitas se abrían y salían unos monitos cafés y me saludaban con sus manos como muy contentos de que yo estuviera ahí, pero cuando volteaba rápido a ver a alguno de ellos, cerraban sus puertas y se escondían y luego se abrían otras y pasaba lo mismo. A ninguno pude verlo detalladamente.
Después de todo eso, volvieron las luces de colores y comencé a sentir una paz y una tranquilidad que nunca en mi vida había experimento antes. Sentía que todo, absolutamente todo, estaba bien.
A propósito, comencé a pensar en todo lo que me había ocurrido antes de llegar ahí: en que no tenía trabajo y todas esas cosas, pero nada pudo perturbar esa paz que sentía.
El efecto duró prácticamente hasta que comenzó a caer la noche y no salí para nada del cuarto. Sentía que ese momento tenía que vivirlo a solas conmigo.
Por mucho ha sido la mejor experiencia de mi vida.