Hola a todos, siento que tengo la necesidad de expresar en detalle mi primera experiencia con hongos para liberar toda esa carga del viaje y aconsejar a la gente que tiene pensada su primera experiencia psicodélica ya que este fue un mal viaje, con algunos lapsos buenos, pero mal viaje en general.
Bueno en primer lugar les cuento que ya había tenido una experiencia psicodélica con LSD anteriormente con una buena dosis, el cual fue un viaje hermoso realizado con unos amigos que los venía conociendo hace poco tiempo, pero ellos andaban en una buenísima vibra y se sentía como si fuéramos amigos de toda la vida. Quiero recalcar este punto ya que es crucial la compañía con quien se hace el viaje para que sea una experiencia agradable o el infierno mismo.
Sin más preámbulos aquí va mi relato:
En esa época era estudiante universitario y vivía solo fuera de mi ciudad. Hace días que venía hablando con un amigo de mi carrera (lo voy a llamar X de aquí en adelante) sobre tener un viaje psicodélico con hongos. Él estaba con ganas también, ya que nunca había tenido uno (además X había leído que con hongos podía aliviar su depresión), así que me conseguí los hongos, una dosis de 4 gramos (2 gramos para cada uno), suficiente para hacernos sentir los efectos del hongo en su totalidad.
X y yo nos juntamos una mañana de mayo, fría pero soleada, en las cercanías de una playa conocida de la ciudad en la que hice mis estudios universitarios. Para llegar a esa playa había que cruzar por media hora un bosque, «lugar perfecto para esta experiencia por lo que nada podría arruinarla» pensé yo inocentemente. A la hora de comernos los hongos, X me dice que no se atrevía y que se iba a comer una microdosis (algo así como medio gramo de hongos). En ese momento me molesté, pero no se lo expresé ya que mi intención era que los 2 estuviéramos en la misma sintonía y además me hizo viajar 40 minutos en micro para llegar a ese lugar. En fin, decidí comerme los 2 gramos y tratar de tener un buen viaje, así que partimos al bosque.
La caminata hacia el bosque fue agradable, se empezaron a sentir los primeros efectos psicodélicos visuales (colores intensos y mayor agudeza visual), nada muy distinto que con el LSD. Una vez que llegamos a la playa, decidimos sentarnos en la arena al sol para mirar el mar, lo cual era agradable hasta que X sacó una libreta en la que tenía anotado los temas a conversar que estaban enfocados exclusivamente en su depresión. Me pareció muy egoísta de su parte ya que yo no soy un psicólogo y menos iba a gastar todo mi viaje en hablar exclusivamente de él. No le dije nada ya que no quería hacer un conflicto. En ese momento ya me habían pegado los hongos y hubo un momento de silencio que fue bastante agradable, empecé a notar como las olas del mar formaban patrones matemáticos ondulatorios y toda la naturaleza en general formaba patrones matemáticos. En ese momento se me vino a la cabeza que nuestra realidad es una programación matemática de una inteligencia superior y nosotros somos simples hormigas observadas. Luego de eso y ya con 1 hora y media de viaje, X me empieza a hablar de su depresión y a contar como se sentía (no entraré en detalle por respeto a X). Les juro que eso fue lo peor porque llegué a sentir que X me estaba transmitiendo su depresión y me estaba sintiendo igual de miserable que X. Me hizo sentir (sin decirlo directamente) que éramos el eslabón más débil en nuestro entorno social y que estábamos solos. Por mi parte yo trataba de cambiar el tema y hablar algo más interesante, por ejemplo cuestionar la existencia de nuestra realidad, pero no había caso, era como hablar con una roca, ya que X era una persona muy cuadrada y adoctrinada políticamente y tampoco quería escucharme. En ese momento me empecé a sentir mal y que X era el único amigo que tenía. Fue terrible porque sentía que X hacía eso con maldad. Para aliviarme un poco le dije que se callara que no quería escuchar más. Puse a Pink Floyd, y me puse a pensar en la gente que me quiere (padres, hermanos, mi querida polola, amigos) y me dio una pena terrible al saber que ellos en cualquier momento se podían ir o morir y yo no estaba aprovechando mi tiempo con ellos y lo estaba pasando con alguien que me hacía daño. Me puse a llorar intensamente, con una sensación de tristeza pero felicidad a la vez por el hecho de saber que los tengo a ellos y que no estoy solo. En ese momento concluí que muchas veces para no sentirnos solos solemos hacer amigos tóxicos, pero mejor estar solo que mal acompañado, porque hay gente que envenena el alma de otras personas. Igualmente destaco que yo estaba muy arriba con los hongos y probablemente mis sentimientos estaban siendo exagerados, pero algo me decía que era lo correcto y que me tenía que alejar de X.
X me vio llorando y preguntó por qué lloraba. Yo, inocentemente le conté lo que sentía sobre mis seres queridos, y él me dijo que me olvidara de ellos, que los suelte. No podía creer lo que escuchaba así que, en ese momento, tomé la determinación de decirle que me iba a ir a mi casa, que no quería seguir estando ahí (sin que él notara que era por su culpa). Él trató de evitarlo, pero terminó accediendo, ya que yo insistí con coraje.
En el camino de vuelta todo se tornó más rancio, ya que sabía que X sospechaba la verdadera razón por la me estaba escapando y pensé que él me iba a matar y que era algún tipo de psicópata, así que el viaje se tornó peor. No hubo ninguna conversación de más de 10 segundos en el camino de vuelta por el bosque. Yo quería llegar rápido a la sociedad y no estar a solas con él. En ese estado yo era indefenso e incapaz de salvar mi vida.
En medio del camino nos encontramos con una jauría de perros que nos miraban con hostilidad, pero en vez de asustarme fui con ellos. Era tal el miedo que le tenía a X que me sentía más seguro con los perros que con él. Y ESTO FUE LO MAS CUÁTICO del viaje, ya que pude percibir que los perros percibían mi estado mental y que ellos tenían una inteligencia y sabiduría ancestral (diferente a la nuestra pero no menor). Los perros, inmediatamente, me protegieron rodeándome y rechazando a X. A los perros los sentí como abuelos protectores, algo así como cuando de niño alguien te quiere hacer algo malo, pero llega alguien mayor a defenderte. Me sentí seguro con los perritos. Estaba muy agradecido con ellos (desde ese día le tengo mucho más respeto y cariño a los perros). Era muy cuático, ya que parecía como que los perros olían las malas vibras de X y sentían que yo estaba débil en ese momento, por lo que su deber era cuidarme. Me quede un rato con los perros y X un poco alejado de nosotros.
Luego de eso, decidimos llegar rápido a nuestro destino para tomar una micro a nuestras casas. Uno de esos perros decidió hacerme guardia hasta llegar a la sociedad y estar seguro. Al momento de llegar tomamos la micro hasta nuestros hogares (por desgracia era el mismo micro), y cuando me iba bajando el efecto del hongo, le dije a X que mi mal viaje fue por culpa de él, y él me dijo que entendía y que lo sentía mucho. Cada vez que X me hablaba, sentía una angustia tremenda en mi corazón. Sentía que él era un demonio. Cuando X se bajó del micro fue un alivio muy grande. Pude relajarme. Me fui escuchando música, muy tranquilo, mirando el paisaje, mientras aún seguían los efectos del hongo. Me dio una felicidad tremenda de estar vivo y seguro. Llamé a mi polola y le dije que la amaba, luego hablé con mis padres y con un par amigos que estimo mucho. También les conté a mis amigos con los que probé LSD lo que me había pasado y que me hubiera gustado hacer el viaje con ellos.
Me bajé del micro y fui a comer a un Mall. La comida estaba deliciosa y cuando terminé de comer ya estaba completamente “sobrio”. Me sorprendió que los hongos no dejaran ningún tipo de resaca mental ni física (a diferencia del LSD), tanto así que después de eso fui a entrenar al gimnasio normalmente y en la noche dormí excelente.
Al día siguiente hice mi vida normal.
Aunque esta fue una mala experiencia, estoy muy agradecido con los hongos, ya que me mostraron cosas que no hubiese notado estando sin sus efectos. Por eso estoy convencido que un mal viaje puede ser algo muy constructivo y sanador a la vez.
Mi moraleja de esta historia es que piensen muy bien con quién van a hacer un viaje psicodélico. Hay amigos para estudiar, otros para trabajar, otros para emborracharse y otros para consumir sustancias psicoactivas.
— Arte de Luke Brown —