Amanezco temprano en una ciudad cercana a la capital Federal de B.A. y emprendo viaje para la capital misma con un amigo. Estábamos yendo a buscar unos ricos 50 gramos de changa.
En el mismo momento que teníamos ese tapper hermoso lleno de changa, escuchó a mi amigo diciendo : «Y ahora vamos a tener que probarla jaja».
Las vueltas de la vida, las decisiones apresuradas, la fuerte manija de querer siempre experimentar siendo poco pacientes. Un fuerte desapego en un aliento lleno de coraje de vivir el momento y siempre en el momento; una certeza de que lo más importante que te puede llegar a pasar es la transformación, la mutación, dejar el cuerpo 3D, morir; y si eso llegará a pasar es porque así tenía que ser. Y mientras la muerte no te toque, te impulsa a experimentar, a querer aprovechar lo único que tenemos y no tenemos a la vez: Tiempo.
En fin, decidimos ir para el obelisco y probar la changa ahí mismo. Yo había experimentado ya con changa una sola vez, en el patio de mi casa, pero había sido solamente una sensación corporal, mucha relajación y bienestar, pero nada alucinógeno, ni visual ni, auditivo. También había experimentado cristales de DMT en otras ocasiones y ahí sí que había sido mucha distorsión y viaje mismo.
Yo pensaba que la changa era un viaje corporal bien suave, sin salir del cuerpo ni viajar a otras dimensiones, que esto ultimo sólo ocurría con los cristales de DMT. Así que accedí a fumar changa en el obelisco ( justo al frente sentado en la plazoleta) pensando que solo me daría una sensación linda de relajación corporal.
Cargo mi pipa, al tope [jaja], a todo lo que da, y mi amigo hace lo mismo en la suya. Prendemos los dos al mismo tiempo.
Apenas fumo y trago el humo, un calor energético (como presión sanguínea) empieza a subir desde mi cadera hasta mi cabeza. Boto el humo y empiezo a ver en este pequeños engranajes dorados (fractales) seguidos de una fuerte vibración que empezó a distorsionar el campo visual.
Recuerdo que lo primero que pensé fue: «Qué onda?». Ni me lo terminé de preguntar porque la vibración fue tan intensa que cambió todo lo que yo estaba viendo con mis ojos abiertos como nunca. Todo lo que yo veía empezó a caer en forma de rectángulos (como aquella lluvia de dígitos de las películas de Matrix). Cuando iba cayendo empezaba a aparecer otro plano. Un lugar hermoso, rosado, medió violáceo, con mucha mucha luz y energía.
Recuerdo haberme asustado. Era mucha información y sentí que el sol me quemaba muy fuertemente, como nunca me había quemado nada. A tal punto que sentí que mi ser se partió en dos, desde el medio de mi cabeza hasta mis pies.
Ya no estaba más ese lugar rosado infinito lleno de luz y energía. Era todo negro. No había nada de nada, solo tenía la certeza de que estaba muerto.
Me invadió una tristeza inigualable. Tantos seres queridos que me hubiese gustado ver una vez más. Tantas cosas que me habían quedado ganas de hacer. Todo lo que había aprendido, volverlo a aprenderlo. Sentí mucha tristeza y creo haberme acurrucado en posición fetal, ya que ahí, en un momento, sentí mi pierna. Y ahí cambó todo en un segundo. En el mismísimo instante que sentí mi pierna, cerró todo. Yo había fumado… Estaba vivo!!! No puedo expresar con palabras la inmensa alegría de saber que estaba vivo. que no había muerto, que tenía de nuevo la oportunidad de hacer todo lo que quería, de hacerlo bien, de hacerlo del modo correcto. Recuerdo haber pensando: «No me drogo más. No fumo más. No me enveneno más. Por algo estoy acá y es zarpado el estar acá».
Abro mis ojos y de a poco empieza a volver la capital de buenos Aires dejando atrás aquel otro «Reino eterno de energía» que se iba de a poco. La capital entraba de modo lento y muy estirado, con mucha visual. Miro a mi costado y mi amigo estaba sin camisa abriendo los brazos hacia el sol. Mucha gente mirándonos [jaja] y yo con muchas lágrimas en mi rostro, lágrimas de felicidad de estar vivo y haber vuelto a nacer. Nos abrazamos con mi amigo y nos fuimos caminando.
A la hora volví a fumar…
Todo lugar es eterno y mágico. Cada segundo es sagrado. Cada acto, pensamiento, es envuelto en la totalidad.
Todo es energía. Todo es aquí y ahora. Hoy puedo decir que estoy siguiendo mi camino de corazón, gracias a experiencias como estas, estoy abriendo mi corazón.
Hoy en día sólo estoy dando una vuelta por el mundo de mochilero haciendo arte en la calle, experimentando la vida.
El mundo es muy grande y está lleno de misterios. Hay que salir a dar una vuelta para conocer.
Gracias por leer. Aguante todo!
–Imagen de Chris Sukut–