Era un viernes aproximadamente a las 2pm. Unos amigos y yo habíamos quedado en ir a buscar hongos. El día estaba soleado, perfecto para consumirlos.
Una hora después ya habíamos recogido bastantes. Ese día decidimos comer muchos porque nos parecía el momento más adecuado. No sé exactamente cuál fue la dosis que cada uno consumió, pero parecíamos locos haciéndolo.
Estábamos en un lugar boscoso, con vacas y grandes árboles, perfecto para sentir los efectos fuertemente. Pasados 15 minutos de haber consumido los hongos, decidimos fumar marihuana. Yo sentía que ese día iba a tener el mejor viaje, pues ya había tenido este tipo de experiencias, pero jamás con una dosis tan alta.
No sé cuánto tiempo transcurrió, pero ya se veían los colores muy brillantes (los hongos empezaban a hacer efecto). Todo era muy bonito. Mis amigos y yo lo estábamos disfrutando. Empecé a fijarme más en cada planta, se veía como si en ellas hubiese un templo, no las veía como materia sino como energía.
Empezamos a caminar un poco. Sentía como si cada cosa que ocupará espacio tomara vida, entonces vi todo de forma distinta y le di más valor. Sentía que debía cuidarlo, me sentía parte de la naturaleza y que mi alma estaba en ella.
Pasado un rato comenzó a llover muy fuerte, entonces empezamos a correr y buscar un lugar donde pudiéramos estar mientras pasaba la lluvia. Todo nos causaba risa, no parábamos de reír. La lluvia se escuchaba con melodías acompañadas de cantos de pájaros y el sonido de las hojas de los árboles movidas por el fuerte viento. Dejó de importarme la lluvia, pues sentía que se hacía parte de mí y me llenaba de energía. Me sentía más vivo.
Creo que habían pasado 45 minutos y la lluvia estaba por terminar. Salimos del lugar en que nos refugiábamos y decidimos ir a un coliseo que se encontraba cerca. Nos sentamos a disfrutar el atardecer acompañados de muchas nubes que tomaban bastantes formas. Pasamos un largo rato mirándolas como locos tratando de describir a qué se parecían.
Uno de mis amigos no paraba de hablar y decir cosas que para mí, en ese momento, no tenían sentido. Decidí escucharlo. Entonces fue cuando entendí que a él le importaba mucho el “qué dirán” y no estaba conforme con lo que tenía. Fue algo bastante extraño.
Ya se estaba pasando el efecto, pero aún se quedaba en mi mente los pensamientos de mi amigo.
Pasaron dos días y me sentí alguien nuevo. Comprendí que debía dejar mis vicios y comprendí que los pensamientos que yo creía eran de mi amigo, eran míos realmente y debía corregir esto. Fue algo muy extraño.
Al día de hoy siento que soy alguien que disfruta más cada momento, alguien que comprende y soluciona de la mejor manera sus errores.