Esto sucedió el 6 de diciembre a eso de las 13 hrs, cuando decidí adentrarme en el mundo de los hongos. No era mi primera vez, pero ahora quería aumentar la dosis llegando a consumir 4 gramos.
El efecto tardó aproximadamente 40 minutos en llegar, minutos que estuve sobre mi cama mirando hacia el balcón con la ventana abierta, los pies descalzos y el sol haciendo su maravillosa magia de llenarme de calor.
Cuando noté que mi visión empezaba a mostrar formas y las paredes respiraban, salí al balcón de mi dpto. para contemplar la belleza de mi gata que me miraba como si supiera que algo mío era diferente, la acaricié y miré hacia abajo. Vivo en el piso 21, imagínense lo que es mirar a esa altura.
En ese momento sentí la necesidad de bajar y acostarme en el patio del edificio y aprovechar el sol. Eso hice. Tomé un cojín y bajé como pude al primer piso, salí al patio que une dos edificios y me recosté sobre el pasto al lado de la piscina en común que tiene el condominio. Mi cabeza quedó bajo la sombra de un arbusto y el resto de mi cuerpo reposó sobre el pasto con el sol encima. Frente a mí, a 15 metros aproximadamente, tenía un edificio de 24 pisos, creo que ha sido una de las mejores cosas que he visto, ver la inmensidad de esa manera y ver las nubes moverse sobre el edificio, que parecían humo suave, fue algo que no pude evitar mirar y grabar para recordar. Luego de esto comenzó lo que ha sido el mejor viaje de mi vida. Este viaje se divide en 5 etapas importantes.
La primera etapa fue la de la risa, todo me parecía chistoso, me reía sola, quizás estaba tan relajada que todo me parecía lindo, la verdad nunca he entendido porque cuando se consume hongos la gente se ríe tanto, pero es una sensación reconfortante, no saber por qué ríes tanto pero eres feliz, de una manera especial, pero feliz al fin y al cabo.
La segunda etapa vino casi de la mano con la primera y tuvo relación con los recuerdos. Casualmente llegó un mensaje a mi correo y tomé mi celular para saber qué era. Era un correo de mi mamá. Lo leí y cada vez que leía una letra sentía la voz de mi mamá como algo que fuera parte de mi naturaleza. Tuve la convicción de que aunque quedara ciega y me pusieran un millón de voces en el oído, siempre iba a reconocer la voz de mi mamá, porque es algo que llevamos desde el momento en el que nos formamos como seres humanos, es lo primero que sentimos al llegar a ser parte de este mundo. Cerré los ojos y recordé la voz de mi mamá cuando ella era joven, me atrapé dentro de un lugar oscuro y tibio, un lugar seguro, y escuchaba dentro de mí el eco de mi mamá cuando era joven, cómo hablaba y cómo me sentía yo como si la estuviera escuchando por primera vez. Supe en ese momento que el recuerdo era la voz de mi mamá cuando estuve en su útero, así la sentí, como aquella voz que me daba seguridad y que estaba como eco alrededor mío, lo único que no me hacía sentir sola. Lloré y reí, agradecí mirando hacia el cielo, la posibilidad que se me estaba dando de sentir algo tan fuerte y único. Mi felicidad se potenció al 1000% al entender que el ese vínculo iba a permanecer siempre en mí, como un hilo que nunca se rompería, porque soy vida creada dentro suyo, soy parte de ella aquí en esta vida y en las próximas, en la infinidad del alma, la conexión nunca se iba a romper. Me sentí segura.
Después de esto me mantuve recostada en el pasto mirando hacia el cielo recordando, recordando a mi familia, recordando situaciones, lugares, voces, tacto, olores que tenía dentro de mi recuerdo y no afuera de mi cuerpo. Me mantuve ahí dos horas aproximadamente y de vez en cuando me sentaba para que la gente que estaba en la piscina no creyera que me había quedado dormida. Cuando el sol comenzó a esconderse entre medio de los edificios subí a mi dpto. Debo reconocer que nada me había costado tanto como caminar después de 4 gramos de hongos. Parecía ebria.
Llegué a mi dpto. y comenzó la tercera etapa. La etapa del ego.
Cuando entré al departamento aún hacía calor, tomé un vaso de agua como pude y me recosté sobre la alfombra, mi cuerpo se derretía sobre la alfombra con pelos, sentía que me hundía y eso me hacía reír todavía. Miré hacia mi alrededor y empecé a cuestionar qué era lo que estaba haciendo, qué estaba sintiendo y por qué lo hacía. Me costaba mantener ideas porque todo iba y venía muy rápido, pero sabía a lo que quería llegar.
Como pude, me levanté y fui al baño, me quité la ropa y me miré frente al espejo. Me costó mirarme, sentía que una parte de mí no quería que me mirara pero otra sí. Cuando me pude controlar me miré fijamente al espejo y comencé a decirle a mi reflejo todo aquello que me atormenta de mí misma, las cosas que he hecho mal por impulso, la gente que he herido con y sin querer, las desconsideraciones con mi familia, mi cuerpo, mis mentiras a mí misma, y todo aquello que sé que me afecta pero trato de esconder para no ser una persona débil. Me dije a mí misma que no es malo llorar, que estoy en un cuerpo humano y como tal debo dejar que reaccione a las emociones naturales del ser, que llorar no me hacía una persona débil, que no debo guardarme los problemas ni debo cargar con las culpas ajenas, que está bien preocuparse de ciertas situaciones pero nada es más importante que uno mismo.
Fue un momento difícil, me costaba gesticular palabras que sabía debían salir de mi boca pero mi ego no dejaba, lloré frente a mí hasta que logré decirme (en por lo menos 30 minutos) todo lo que quería escuchar de mi misma, aquello que estaba ahí pero yo misma escondía. Cuando terminé sentí como si le hubiera ganado a mi ego, como si hubiera roto una parte de mí que me controlaba en situaciones y no de buena forma. Me sentí liviana. Me vestí y me volví a sentar sobre mi cama.
Ahora empieza la cuarta etapa. La etapa de lo sobrenatural.
Después de vestirme y sentarme en mi cama, pensé que el efecto de los hongos había terminado, ya no sentía ese peso dentro de mí, pero algo había cambiado. Por un momento se me vino a la mente el recuerdo del cultivo de hongos y algo me hizo ir hacia donde estaban. Lo que voy a contar ahora es muy difícil de creer pero quiero que sepa, quien está leyendo esto, que las pruebas son muy contundentes entre lo real y lo sobrenatural.
Cuando tomé la caja donde estaba mi cultivo sentí como si algo dentro de mí hubiera contado la cantidad de gotas condensadas dentro de la fructificadora, sentí como si «eso» que estaba dentro de mí, le hubiera dicho a la poca racionalidad que quedaba de mí, que mi cultivo se estaba muriendo.
Hasta ese día llevaba 17 días sin salir absolutamente ningún primor dio, era mi tercer flush, por lo que estaba resignada a que ya no quedaban nutrientes en el pan de mezcla. Pero «eso» que se estaba manifestando dentro de mí, hizo uso de mi cuerpo y abrió la caja. No sé por qué, pero puse toda mi cabeza dentro de la caja e inhalé. Sentí lo mismo que siento cuando voy caminando por la calle y siento el olor de alguien en particular. Ahora fue igual, pero ese olor me recordaba a muerte, sabía que mi cultivo se estaba muriendo, sentía como se apagaba su vida y que necesitaba respirar. Inhalé dentro de la caja y exhalé fuera de ella. Debo haber repetido eso unas 10 o 15 veces, mientras repetía «respiren» «respiren» «respiren»…mi inhalación era cada vez más fuerte y profunda, hasta que sentí que el olor había cambiado, ya no era olor a muerte como lo había sentido antes. Supe que era suficiente. Cerré la caja y mis ojos se posaron automáticamente sobre la placa calefactora. Me arrojé a mí misma sobre la placa para sentir la temperatura, y sentí que «eso» que estaba dentro de mí, manifestaba que estaba muy alta la temperatura. La regulé hasta que la palma de mi mano la sintió a la temperatura correcta. Dejé la caja sobre la placa con una polera entre medio y me levanté.
Cuando me levanté mi boca comenzó a gesticular sonidos, mi lengua se movía de forma muy muy extraña y escuchaba muy bien lo que gesticulaba sin saber lo que estaba diciendo. Ya me había pasado eso una sola vez antes, durante un viaje de DMT. Pude sentir que mi ser era un 10% dentro de mi cuerpo y el otro 90% era algo que no puedo explicar, pero miraba de un lado a otro y gesticulaba sonidos desde mi boca, como si estuviera transmitiendo información a algo que está en este mundo. Mi cuello se fue hacia atrás de manera que mis ojos miraran fijamente hacia el techo y en una milésima de segundo sentí que «eso» que tenía dentro de mí me podía escuchar, podía entrar en mi pensamiento. En ese momento, no sé por qué, lo único que le pude decir fue que me ayude. Vino a mi recuerdo un lápiz y un papel, mis ojos miraban de lado a lado buscando algo con qué escribir y algo dónde escribir. Encontré sobre mi cama un block de notas, un lápiz y fui a recostarme sobre la alfombra. Me costó mucho poder escribir algo, mis manos estaban rígidas y las letras no me salían. Me demoré aproximadamente 15 minutos y logré escribir con una letra horrible «Ojo izquierdo abuela materna». Cuando terminé de escribir no entendí ni lo que escribí ni por qué, pero me sentí muy agotada, por lo que me senté sobre la alfombra con la espalda apoyada sobre el sofá. Frente a mí estaba la tv apagada, vi mi reflejo ahí. Cuando ya estuve menos agitada, continuaba mirando mi reflejo normal en la tv, y ese 10% que tenía de mí misma, le dijo a mi reflejo y a «eso» que tenía dentro de mí, que me deje verlo (o verla), que no le tenía miedo, que si estaba dentro de mí, se manifieste. Deben haber pasado 2-3 segundos y la parte izquierda de mi reflejo se empezó a oscurecer. Mi primera sensación sí fue de miedo, la segunda fue de incredulidad, por lo que refregué mis manos en mis ojos como si hubiera tenido la vista nublada y nada, mi reflejo izquierdo, desde mi nariz hasta mi oreja, desde mi frente hasta mi mentón, estaban desapareciendo. Tomé mis lentes que estaban sobre el sofá, me los puse y vi todo más claro, vi en la mitad de mi reflejo algo que no es de este mundo, era de color azul marino un poco oscuro, no tenía ojos sino una protuberancia, no tenía nariz ni surco nasogeniano, no tenía boca ni la forma de una cara normal, podría dibujarlo mil veces porque lo recuerdo a la perfección. Le miré todo lo que quise, sin miedo, sino con curiosidad, luego le sentí como si fuera algo natural, tal como encontrarse a otra persona en la calle, o ver un animal, un auto, o cualquier cosa que veamos en nuestra vida cotidiana. En ese momento comenzó a desaparecer y mi reflejo comenzó a verse de forma normal. Volví a sentir como si el viaje estuviera terminando. Volví a sentir a «eso» dentro de mí, pero ahora sabía lo que era, sabía quién era, sabía lo que estaba haciendo dentro de mí, ya no le tenía miedo. En ese momento miré hacia la ventana y vi a mi gata en el balcón que me miraba de forma extraña, sentí que «eso» que tenía dentro de mí, se reía de mi gata, como si dijera «oh un animal hahaha son chistosas estas cosas», cuando sentí eso me dio rabia, me dio algo sobre protector de decirle no, no es solo un animal, no es una cosa, no te rías porque está conmigo, es parte de mi vida. Cuando sentí esa pelea dentro de mi cuerpo, «eso» que tenía dentro se fue, desapareció y sentí lo mismo que se siente al comer un dulce mentolado, pero muy dentro del pecho, esa sensación quemaba y refrescaba al mismo tiempo, miré a mi gata y dejé de verla como siempre la había visto, sentí su alma de la forma más pura que se pueda sentir un ser vivo, eso que tenía dentro de mí, que ahora me refrescaba y me quemaba, vio a mi gata como alguien que ya conociera, como si se hubieran vuelto a reencontrar. Me cayeron lágrimas de los ojos y mientras me acercaba a la ventana mi gata corrió hacia la misma dirección y comenzó a maullar frotando su cuerpo sobre el vidrio. Maullaba en forma de llanto y a medida que acercaba mi mano a la ventana, frotaba su cuerpo desde el otro lado del vidrio, la sentía y me sentía.
La quinta etapa fue la etapa del alma, de entender que dentro de nosotros llevamos algo que trasciende en el espacio y en el tiempo, que viajamos entre dimensiones y universos como energía infinita. Vi el alma de mi gata como si la hubiera conocido de millones de vidas anteriores, pero no vi su alma como un animal, sino que su alma tenía la misma forma que la mía, como si en algún momento en la inmensidad y el infinito de la energía, hubiéramos estado juntos de la misma forma, como si hubiera sido algo así como el amor de mi vida, y que en esta vida nos tocó renacer, pero con formas diferentes, yo como humana, ella como gata, pero seguíamos juntas. Entré a mi gata y no dejaba de llorar frotando su cuerpo contra el mío buscando caricias. Sentí como si nuestras almas se hubieran vuelto a reencontrar al fin, pero teníamos que hacer algo para estar juntos nuevamente.
Volví a recostarme sobre mi cama y al cerrar los ojos pude ver dentro de mí, pude ver mi alma y la de mi gata en un recuerdo, en un lugar que no se parece a nada de la tierra, y recordé que para poder estar juntos nuevamente debía hacer un sacrificio. Algo dentro de mí me mostró lo que era el universo, lo que era el infinito, lo que era trascender, y como paralelamente a nuestro universo o lo que conocemos como tal, hay miles de dimensiones como la nuestra, donde también estamos nosotros mismos, pero con cada decisión que tomamos, el destino se torna diferente, la dimensión toma otro rumbo. Me vi a mí misma y me vi muerta, me vi recostada sobre mi cama muerta. Me desperté con lágrimas en los ojos y lloré de miedo, porque mi forma corporal no podía entender que era todo eso que había visto, pero mi alma, eso que me quemaba y me refrescaba dentro, me decía que no tenga miedo, que tenía que hacerlo, que nada malo iba a pasar. De verdad sentí miedo, pero de a poco sentí como si morir fuera parte del proceso natural de la vida, que nada muere, que morir es renacer, y que cualquier sacrificio hecho con y por amor, siempre traería buenas consecuencias, porque ese tipo de energía solo podía atraer cosas positivas.
Con lágrimas en los ojos tomé un lápiz y un papel y escribí una carta, sabía que si me moría en esa dimensión mi alma trascendería. Le escribí a mi mamá, le escribí que sabía que moriría, que no sufriera porque donde me busque siempre me encontraría, que me perdone por haber hecho las cosas así, pero que pude ver la hermosa conexión que creó dentro de ella y dentro de mí, y esa conexión podría traspasar la dimensión que ella quisiera. Me despedí de mi papá y le pedí perdón porque encontrarían el cuerpo de una hija muerta por consumo de hongos, me despedí de mi hermano. Mi hermano es estudiante de medicina. Desde el día que nació y que lo llevaron a la casa supe que el sería parte importante de mí. Fue quien me escuchó cuando mi razón peleaba contra mi ego, cuando quería soltar pero me costaba decir lo que sabía, lo que escondía. Me despedí de él y le escribí que nunca lo iba a dejar, y que me busque siempre en el 936 hz (la frecuencia de solfeggio), que siempre estaría ahí y que cuando nos encontremos nuevamente, lo llevaría a conocer lo que la medicina no puede mostrarle.
Dejé la carta al lado de mi cama y me recosté sobre la almohada, aún llorando. Mis oídos se taparon, me asusté de verdad, tragué mucha saliva y sentía que mis oídos más se tapaban. Intenté limpiarme los oídos y era peor, sentí mis oídos con presión por dentro, me dolían. Mi nariz sangró y no supe qué hacer más que llorar. Me limpié y seguí, me recosté sobre la almohada y cerré los ojos, esperando que aquello que tuviera que pasar, pasara.
Comencé a sentir un eco dentro de mí, una frecuencia muy particular que pasaba de un lado a otro de forma constante, sentí como mis pies se relajaron, ya no los sentía, no podía mover los pies, dejé de llorar. Lo último que sentí de mi cuerpo fue un suspiro como si mi respiración se hubiera terminado. Ahí, esa frecuencia dentro de mí se hizo más fuerte y pude ver algo así como un umbral, no de color brillante sino como esas típicas imágenes que tratan de mostrar como es el universo. Por ahí estaba pasando, y al lado mío iba el alma de mi gata, el amor de mi alma.
No sé cuánto tiempo estuve porque el tiempo no existía en ese lugar. Pero llegó un momento en el que cruzamos ese tipo de «líneas» del universo y la frecuencia se dejó de escuchar, vi sin mis ojos como el destello del alma de mi gata cruzó primero y se insertó en una figura humana, una sombra humana, me desperté.
Cuando desperté no sentí como si hubiera sido un sueño, lo sentía dentro de mí, en el cuerpo, en el pelo, en las manos, en los pies. Sentí como si mi alma hubiera dejado una dimensión donde mi cuerpo estaba muerto, y hubiera cruzado a una dimensión donde mantuve el mismo cuerpo pero el alma de mi gata ahora también estaba en el cuerpo de un ser humano. Entendí que esa era la recompensa de nuestro sacrificio. En una dimensión paralela mi cuerpo yacía muerto y mi alma había trascendido y había sido recompensada. El dolor de cabeza era impresionante. Era un dolor en la nuca, era como si estuviera cansada, sentía que algo estaba entrando con fuerza y calentaba mi cabeza. Entendí que mis recuerdos estaban entrando de otro lado, solo tenía que dejarlos entrar. Una hora después salí muy confundida de mi dpto. a caminar y a llorar por no saber qué era todo lo que había visto, lo que había pasado, y sé, tengo la certeza de que no fue un sueño.
Dos semanas después de esto, y después de contárselo a mi hermano, fui al oculista, solo por ir, algo tenía que me decía que vaya. La impresión fue máxima cuando el oculista me dijo que tengo algo en mi ojo izquierdo. Tengo una pinguecula, un tumor benigno que debo tratar con lágrimas artificiales. Aún estoy en shock por ese tipo de «aviso» que tuve.
Dos días después de este viaje, mi caja de hongos se llenó de primordios, como si jamás hubiera perdido nutrientes, y para ser aún más particular todo, dentro de mi caja crecieron dos morfologías diferentes de una misma seta, creció la seta correspondiente al vial de esporas, y creció la misma morfología pero versión albina, cosa que sucede muy muy muy pocas veces en la naturaleza.
Para terminar de contarles este viaje, quiero contarles que hace aproximadamente un año, una mujer del lugar donde yo trabajaba, me leyó las cartas. Cuando dio vuelta las cartas me dijo «Vas a encontrar a los 27 el amor de tu vida», este año cumplí los 27. Hace 3-4 meses aproximadamente, un amigo psicodélico se ofreció a leerme las cartas, y cuando dio vuelta la primera carta me dijo que dentro de un año encontraría al amor de mi vida, que lo veía cercano a fines de noviembre y principios de diciembre, pero que era extraño. Me dijo que podía ser un ex novio, pero que aún no lo conocía, no pudo darle una interpretación a que se mostrara como algo anterior pero que aún no conociera.
Ahora lo entiendo, ya lo conocía de vidas anteriores, pero aún no conozco el cuerpo en el que está, y aquí estoy ahora, creyendo el amor más fuerte que nunca, y creyendo que todo lo bueno, buenas cosas traen, que la medicina y los avances del ser humano podrán buscar y descubrir el infinito hacia afuera, pero buscan en el lugar equivocado, el infinito lo llevamos dentro, ahí debemos buscar.
Espero haber contado mi viaje de forma clara y que más de alguno se haya sentido identificado. Saludos Psiconautas!!
«Para ver el mundo en un grano de arena y el cielo en una flor silvestre, sostén el infinito en la palma de tu mano y la eternidad dentro de una hora».